Han regresado los dos Ibarras. Se dice que Andrés, el más joven, vio a Páez en la finca de Manuel Felipe Tovar, a unas cuatro horas de Valencia en el lado de acá, y le entregó el acta de Caracas que se cerró el sábado a las 4 p. m., y que Páez la recibió sin ningún comentario, sino que daría su respuesta desde Valencia. Esta mañana aumentó la confusión creada por los rumores de todas partes: es cierto que una división de las tropas de Macero, del Tuy, se ha apostado en Petare, y también parece ganar terreno la noticia de que han avanzado tropas del Tuy a El Valle, y que asimismo Las Adjuntas están ocupadas por la avanzada de la fuerza de Páez, de La Victoria. Si todo esto es cierto, se está cerrando a nuestro alrededor la línea de circunvalación. El señor Ackers, que se precia de saberlo todo mejor que nadie, al darse cuenta de esto ha salido para La Guaira con los bravos daneses al romper el alba de hoy. El capitán danés pudo haber tenido la cortesía de preguntarme si tenía encargos para el puerto o para su isla, pero fue un sauve qui peut. Hoy no ha habido bando alguno, pero en mi esquina las tropas han mantenido muy singular tranquilidad y orden. Por la tarde, la impresión anexa del discurso de Páez a los venezolanos [de fecha 15 de junio, ya copiado], que en cualquier otro país hubiera significado la guerra civil inevitable, no creo que ocurra, a pesar de todos los informes pesimistas y trágicos; por lo menos espero que mi opinión sea la correcta. Anoche llovió casi sin interrupción.