A fin de cuentas hoy resulta que no hay tropas ni en El Valle ni en las Adjuntas, y que tampoco se ha ido el señor Ackers; estos tres informes me los dio como ciertos el señor Mocatta, que muy fácilmente comulga con ruedas de molino por lo miedoso que es. No se sabe nada cierto de los movimientos de Páez, pero se dice, porque lo único que hay son rumores, que debía de salir de Maracay (en cuyo sitio se le esperaba el 19) el 21, rumbo a Valencia. Si esto es cierto, habrá tenido que llegar a algún entendimiento con la gente de esa ciudad e igualmente con quienes firmaron el pronunciamiento de Puerto Cabello. Ya hace diez días que el general recibió los primeros informes de este movimiento, y sin duda le convendría (después de su «alocución» del 15), a él y a la futura paz de la república, llegar primero a algún entendimiento ostensible con dos lugares sobre cuya lealtad (o mejor dicho, sobre la cesión de esta) los reformistas de Caracas cuentan tanto. Hoy hubo la mayor tranquilidad militar, y ningún síntoma de tareas extraordinarias o de su posibilidad entre las tropas. Llovió y tronó mucho durante el día.